Espiritualidad Verbum Dei

Una espiritualidad contemplativo-activa, plenamente apostólico misionara centrada en la Palabra de Dios, para seguir a Cristo, en su misión de formar discípulos y crear comunidades evangelizadoras 

Espiritualidad Verbum Dei

La espiritualidad Verbum Dei es la forma específica suscitada por el Espíritu Santo, de vivir el Evangelio, según el modo propio del carisma Verbum Dei. 
 
Consientes de que la fe viene por la predicación de la Palabra de Dios (cf. Romanos 10,17), centramos toda nuestra vida y nuestra oración en la Palabra de Dios. En ella reconocemos que Dios habla, pues creemos que a Dios oramos cuando nos dirigimos a Él, y que a Dios escuchamos cuando leemos y meditamos su Palabra (cf. DV 25). En ella reconocemos el rostro de Dios y experimentamos la dulzura de su voz; ella es nuestra alegría y gozo (cf. Jeremías 15,16), pues ella nos revela los tesoros de la Vida y Amor de Dios.
Nuestra vida centrada en Cristo, Palabra viva, irá aprendiendo la espiritualidad fundamental de Jesús en su actitud orante: un adorador del Padre y, desde el Padre, una donación y entrega a favor de toda la humanidad. Como Jesús y con Él, abiertos al dinamismo del Espíritu Santo, nos sentimos enviados en su misma misión de anunciar el Reino de Dios. 
 
Al mismo tiempo el dinamismo de la Palabra de Dios orienta también nuestra forma de vivir y realizar la misión: orar la palabra, asimilarla, vivirla y crear comunión en torno a ella, anunciar el Evangelio, celebrar la vida que ella genera, enseñar a otros a hacer lo mismo para que puedan participar de forma activa de la misión evangelizadora de la Iglesia. 

Fuentes de Espiritualidad

Son cuatro fuentes, desde las cuales nos alimentamos y en las cuales cimentamos nuestra entrega, con la vivencia de medios específicos. 
 
La espiritualidad específica de la Familia Misionera Verbum Dei se configura desde cuatro fuentes, objeto de nuestra especial devoción, desde las cuales nos alimentamos y en las cuales cimentamos nuestra entrega. Están basadas en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia. Son la inhabitación de la Trinidad en nosotros, la Santísima Eucaristía, Cristo crucificado-Cuerpo Místico de Cristo y María.

La sagrada eucaristía

En el sacramento de la Eucaristía, se concreta y se nos entrega el amor divino-humano de nuestro Dios, y se nos renueva de forma gráfica y palpable la presencia real de la Trinidad en nosotros. 
 
La Eucaristía es el manantial que significa y realiza la comunión de todos los hombres en Uno. Es el sacramento y sacrificio fundamentalmente constitutivo de la Iglesia y, por tanto, de la Familia Misionera Verbum Dei. La Eucaristía será para nosotros fuente y culmen de nuestra vida fraterna y misión. Alimentados con el amor de Cristo en el banquete eucarístico, nos vamos transformando para llegar a ser hermanos de todos los hombres, creando así una familia universal. 
 
ante la presencia ral de Jesús en la Eucaristía oramos para traducir y transformar en vida propia las verdades de fe que queremos propagar por todo el mundo. Ese encuentro vivo, cercano e íntimo con la persona de Cristo ante el sagrario convierte nuestras jornadas en ecos prolongados de la palabra viva que hemos escuchado de su boca. 
Espiritualidad Verbum Dei

María, nuestra Madre

María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, es nuestra verdadera Madre. Por María ha querido Dios revelar su rostro materno a todos los hombres de la manera más cercana y familiar, más eficaz y delicada. 
 
María ocupará siempre un lugar único y decisivo, imprescindible e insustituible, en nuestra vida y nuestra misión. Su presencia acompañará nuestras laboriosas jornadas misioneras sustentadas por una fe viva y probada y por el gozo de un esforzado amor redentor. 
 
En nuestra labor cotidiana, María nos ayuda a mantener la fe y la alegría. Es ella quien fomenta nuestra fecundidad apostólica y espiritual, formando de manera discreta y profunda a Jesús en nosotros y en nuestros hermanos.

La inhabitación de la Trinidad

En el corazón de nuestra vida espiritual colocamos la relación con nuestro Dios Uno y Trino. Esa presencia cercana y familiar de la Trinidad, que nos habita y nos invita a vivir en una relación constante y estable, constituye y forma nuestro primer hogar. Desde allí aprendamos a vivir como hijos de Dios y hermanos de todos. 
 
En este misterio de Vida y Amor con nuestro Dios Uno y Trino encontramos el mejor modelo para nuestras relaciones fraternas. Personal y comunitariamente, somos invitados a entrar en ese diálogo afectuoso y sincero, cercano y espontáneo, tierno y familiar, comprometido y responsable, con nuestro Dios Uno y Trino, para beber de su amor y encontrar en Él, la mejor fuente de fraternidad. 
 
Esa presencia amorosa de la Trinidad, irrumpe en nosotros como el manantial de agua viva que salta para la vida eterna de muchos y marca el ritmo de nuestro vivir fraterno en una tonalidad totalmente nueva y transcendente. Su compañía es inefablemente rica y amena en cualquier camino y encrucijada. Es el verdadero permanente viático, el mejor compañero de viaje, fermento y semilla de comunidades evangelizadoras en todo el Mundo.

Cuerpo místico de Cristo

El diálogo con la Trinidad y el amor que de ellos recibimos, hace que levantemos la mirada hacia nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo, reconociendo sus necesidades y nos lleva a querer responder generosamente con toda nuestra vida. 
 
El Amor del Padre, la voz del Espíritu Santo, el diálogo constante con Jesús y la mirada atenta de María proyectan nuestras vida y nos urgen a aplicarlas íntegramente sobre el Cristo crucificado de hoy o Cuerpo Místico de Cristo. 
 
En el encuentro con el Cristo total – cabeza y miembros – tenemos la composición de lugar más propia de nuestra oración y misión diarias. En el diálogo con Cristo, que conoce la realidad y necesidad de todos nuestros hermanos, y que desea hacer llegar su amor a todos, nuestra oración cotidiana adquiere una nueva forma y significado: su llamada nos mueve a la misión. Cristo vivo nos necesita y reclama con todo nuestro ser y es el resorte más acuciante y la razón más fuerte de nuestra predicación. 

Medios de Espiritualidad

Una espiritualidad contemplativo-activa, plenamente apostólico misionera

Al caracterizar nuestra espiritualidad como contemplativo-activa, queremos expresar que en ella se arraiga profundamente la experiencia personal del amor de Dios que nos lleva a Amar como Él nos ha amado. 
 
Procuramos como alimento de nuestra vida espiritual el diálogo familiar e íntimo con nuestro Dios. Por este medio asimilamos el amor manifestado en cristo y su llamada, que experimentada personalmente, genera un estilo de vida según las bienaventuranzas, con un amor solidario y un corazón misionero. Ese diálogo afectuoso enciende la urgencia misionera, el deseo de que todos lo conozcan y experimenten el tesoro de su amor. 
 
Por ello tambien reconocemos nuestra espiritualidad como plenamente apostólico-misionera. Queremos vivir una relación personal con Dios en Cristo, que no está solo en función de nuestra santificación personal o de nuestra felicidad, sino también en función de la vida de muchos hermanos y hermanas. Nuestra espiritualidad nos sitúa al servicio de la Iglesia de Cristo y de toda la humanidad; así, en nuestra oración están presentes las realidades del mundo, las inquietudes de nuestros hermanos y hermanas, sus dudas e interrogantes, para ofrecer una respuesta y para recorrer el camino juntos de manera que conozcamos más a Cristo y experimentemos su amor con mayor profundidad. 

Para seguir a Cristo, palabra viva.

Desde nuestra espiritualidad entendemos la oración como un diálogo íntimo con la Palabra. La oración es sin duda el mejor medio para unirnos a Cristo, Palabra viva. 
 
La Palabra de Dios nos remite a Cristo, manifestación del amor del padre a todos los hombres. La Palabra, al ser escuchada, asimilada, vivida y transmitida nos va conformando con Cristo, enviado del Padre a anunciar el Reino a todos los hombres. 
 
Este dinamismo de la Palabra característico de Verbum Dei, es mucho más que una simple metodología, es una hermenéutica de vida, una forma de ser y de vivir, que se traduce en un proceso pedagógico de humilde conversión diaria, para que paso a paso y desde nuestras vidas concretas nos vayamos conformando con Cristo. De esta manera, nuestra vida irá asimilando la Vida de Jesús, según el espíritu de las bienaventuranzas y de los consejos evangélicos. Un estilo de vida sencillo, en pureza de corazón, en ardiente y humilde búsqueda de la voluntad de Dios y obediencia al Espíritu Santo. 

Centrada en la palabra de Dios

Conscientes de que la fe viene por la predicación de la Palabra de Dios (cf. Romanos 10,17), y porque no queremos alimentar nuestra vida de fe y de piedad con cualquier idea o doctrina sino con el alimento sólido y seguro de la Palabra de Dios, centramos toda nuestra vida y nuestra oración en la Palabra de Dios. 

En su misión de formar discípulos-apóstoles y comunidades evangelizadoras.

El lema de los primeros discípulos de Jesús: «Nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hechos 6,4), y el espíritu de la primera comunidad cristiana, son para nosotros, fuente de inspiración y criterio de discernimiento de nuestra vida y de la manera específica de vivir nuestra misión. 
 
Como seguidores de Jesús, aprendemos y orientamos nuestra misión, con los mismos medios y por los mismos caminos que Él. Nuestra finalidad, como la de Jesús, es la vivencia y propagación del reino de Dios a través de la oración, el testimonio de vida y el ministerio de la Palabra, formando apóstoles de Cristo y generando comunidades evangelizadoras. 

Práctica habitual de los cuatro ejercicios

La vivencia de la espiritualidad es un don y una tarea, por ello buscamos vivir nuestra respuesta a Dios desde la práctica habitual de los cuatro ejercicios: ejercicio de oración, ejercicio de cruz y ejercicio de humildad, ejercicio de misión. 
 
La practica habitual de estos cuatro ejercicios acompañan el proceso de asimilación de la Vida y Amor de Cristo que encontramos en el dinamismo propio de la Palabra. 
 
A partir de la practica de estos desarrollas todos los medios de espiritualidad de la Familia Misionera Verbum Dei: oración personal y en comunidad, prácticas y gestos de fe que favorecen una vida orante, participación frecuente en los sacramentos de la Iglesia, examen del día, devoción a María, retiros y ejercicios espirituales, acompañamiento espiritual, revisión de vida, lectura espiritual, así como otras practicas de vida espiritual de la Iglesia. 

Ejercicio de oración diario

Entendemos la oración como el mejor medio para nuestra unión con Dios en Cristo. En nuestro ejercicio de oración atento y reposado, encontramos la mayor fuente de energía, fidelidad, entusiasmo y gozo. 
 
No queremos suplir nuestro ejercicio diario de oración con la formación, el estudio o el apostolado… dado que del encuentro personal y trato familiar afectuoso con Dios, surge el verdadero seguimiento de Jesús y la realización de una autentica familia en Cristo y de él recibe toda su fuerza nuestro ministerio de la Palabra, nuestra predicación y apostolado.

Ejercicios Espirituales

Entre los diferentes medios de espiritualidad, reconocemos los Ejercicios espirituales en completo retiro, como uno de los mejores medios que nos favorecen el desprendimiento y el desierto, dejando que dios nos hable al corazón y podamos conocerlo cada vez más. En ellos encontramos el mejor ambiente para vivir y renovar la experiencia del Amor de Dios, para ejercitarnos y colaborar con el Espíritu Santo en nuestra transformación en Cristo y para revitalizar nuestro compromiso por el Reino. Son sin duda una gracia y ocasión únicas para avanzar en el seguimiento de Cristo. También consideramos los Ejercicios espirituales como el medio habitual y práctico para vivir y propagar nuestra espiritualidad propia. 
 
Los Ejercicios espirituales son el singular instrumento del Espíritu Santo para ir configurando y actualizando permanentemente la fisonomía y el carácter propio de Verbum Dei como casa de oración y escuela permanente de la Palabra orada que se predica.  

Revisión de vida fraterna

La revisión de vida es un medio eficaz para la vivencia del compromiso fraterno y comunitario, ayudándonos a realizar el auténtico sentido de familia fraguada en el amor de Cristo. Es un verdadero contagio de fe y del amor de Jesús. 
 
En ella, respetando la libertad de cada uno, nos comprometemos a defender y potenciar al máximo el desarrollo de cada persona, sus valores y talentos, para mejor responder a la vocación y misión a la que el señor nos ha llamado y convocado en un común ideal.

Medios de espiritualidad

 

Una espiritualidad contemplativo-activa, plenamente apostólico misionera.

Al caracterizar nuestra espiritualidad como contemplativo-activa, queremos expresar que en ella se arraiga profundamente la experiencia personal del amor de Dios que nos lleva a amar como Él nos ha amado.

Procuramos como alimento de nuestra vida espiritual el diálogo familiar e íntimo con nuestro Dios. Por este medio asimilamos el amor manifestado en Cristo y su llamada, que experimentada personalmente, genera un estilo de vida según las bienaventuranzas, con un amor solidario y un corazón misionero. Ese diálogo afectuoso enciende la urgencia misionera, el deseo de que todos lo conozcan y experimenten el tesoro de su amor.

Por ello también reconocemos nuestra espiritualidad como plenamente apostólico-misionera. Queremos vivir una relación personal con Dios en Cristo, que no está solo en función de nuestra santificación personal o de nuestra felicidad, sino también en función de la vida de muchos hermanos y hermanas. Nuestra espiritualidad nos sitúa al servicio de la Iglesia de Cristo y de toda la humanidad; así, en nuestra oración están presentes las realidades del mundo, las inquietudes de nuestros hermanos y hermanas, sus dudas e interrogantes, para ofrecer una respuesta y para recorrer el camino juntos de manera que conozcamos más a Cristo y experimentemos su amor con mayor profundidad.

 

Centrada en la Palabra de Dios.

Conscientes de que la fe viene por la predicación de la Palabra de Dios (cf. Romanos 10,17), y porque no queremos alimentar nuestra vida de fe y de piedad con cualquier idea o doctrina sino con el alimento sólido y seguro de la Palabra de Dios, centramos toda nuestra vida y nuestra oración en la Palabra de Dios.

En ella reconocemos que Dios nos habla, pues creemos que a Dios oramos cuando nos dirigimos a Él, y que a Dios escuchamos cuando leemos y meditamos su Palabra (cf. DV 25). En la Palabra de Dios reconocemos su rostro y experimentamos la dulzura de su voz; ella es nuestra alegría y gozo (cf. Jeremías 15,16), pues ella nos revela los tesoros de la Vida y Amor de Dios.

 

Para seguir a Cristo, Palabra Viva.

Desde nuestra espiritualidad entendemos la oración como un diálogo íntimo con la Palabra. La oración es sin duda el mejor medio para unirnos a Cristo, Palabra viva.

La Palabra de Dios nos remite a Cristo, manifestación del amor del Padre a todos los hombres. La Palabra, al ser escuchada, asimilada, vivida y transmitida, nos va conformando con Cristo, enviado del Padre a anunciar el Reino a todos los hombres. Este dinamismo de la Palabra característico de Verbum Dei, es mucho más que una simple metodología, es una hermenéutica de vida, una forma de ser y de vivir, que se traduce en un proceso pedagógico de humilde conversión diaria, para que paso a paso y desde nuestras vidas concretas nos vayamos conformando con Cristo. De esta manera, nuestra vida irá asimilando la Vida de Jesús, según el espíritu de las bienaventuranzas y de los consejos evangélicos. Un estilo de vida sencillo, en pureza de corazón, en ardiente y humilde búsqueda de la voluntad de Dios y obediencia al Espíritu Santo.

Nuestra vida centrada en Cristo irá aprendiendo la espiritualidad fundamental de Jesús en su actitud orante: un adorador del Padre y, desde el Padre, una donación y entrega a favor de toda la humanidad. Como Jesús y con Él, abiertos al dinamismo del Espíritu Santo, nos sentimos enviados en su misma misión de anunciar el Reino de Dios.

 

En su misión de formar discípulos-apóstoles y comunidades evangelizadoras.

El lema de los primeros discípulos de Jesús: «Nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hechos 6,4), y el espíritu de la primera comunidad cristiana, son para nosotros, fuente de inspiración y criterio de discernimiento de nuestra vida y de la manera específica de vivir nuestra misión.

Como seguidores de Jesús, aprendemos y orientamos nuestra misión, con los mismos medios y por los mismos caminos que Él. Nuestra finalidad, como la de Jesús, es la vivencia y propagación del Reino de Dios a través de la oración, el testimonio de vida y el ministerio de la Palabra, formando apóstoles de Cristo y generando comunidades evangelizadoras.

 

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