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abril 2025

Semana Santa y Pascua 2025 Especial del Mes

ACTUALIZADO!! 20 ABR 2025
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– Domingo de Resurrección  
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REFLEXIÓN DOMINGO DE RAMOS 2025

Nos amó hasta el extremo

Estamos a las puertas de la Semana Santa, celebramos el Domingo de Ramos, de la Pasión del Señor que marca el inicio de la misma.

Este día recordamos la entrada de Jesús en Jerusalén, recibido con alegría con palmas y alabanzas. Pero el Evangelio nos lleva directamente a la Última Cena, a Getsemaní, a la traición, a la cruz. Así que no solo ondeamos palmas el Domingo de Ramos, sino que nos adentramos en la Pasión.

Como hemos notado, la lectura del Evangelio es muy larga, y reflexionar sobre ella me ayuda a ver que no es solo una historia para admirar desde lejos, sino una historia en la que estamos inmersos.

Así que la invitación es a recorrerla juntos, no solo mirando lo que hizo Jesús, sino a reflexionar en cada escena del Evangelio y preguntarnos: ¿Dónde estoy en todo esto? ¿Qué quiere mostrarme el Señor?

En la primera parte del Evangelio vemos la escena de la Última Cena,  « los discípulos a la mesa», con Jesús.

Jesús dijo: «He deseado con ansias comer esta Pascua con ustedes antes de padecer». Al reflexionar sobre estas palabras de Jesús, me pregunté: ¿Quiénes están sentados con Jesús a la mesa? Vemos que están quienes lo traicionarían, quienes lo negarían, un grupo de hombres que pronto huirían aterrorizados, él ya lo sabe y aun así les expresa su gran deseo de compartir la cena de pascua con ellos.

Si tu estuvieras en el lugar de Jesús ¿Qué harías, o qué sentirías al estar rodeado de personas que te pagarían de ese modo? Él sabia que seria su ultima cena, el ultimo momento de compartir con ellos a quienes amaba mucho.

Jesús sabe que esta cena no se trata solo de comida, sino de amor, de alianzas, de ofrecerse totalmente, aunque judas lo vendería, por treinta monedas, Pedro lo negaría , los demás huirían. Este es el corazón de Jesús. Jesús no espera el momento perfecto ni a las personas perfectas. Se entrega plenamente sabiendo que todos le fallan. No niega su amor por nuestras fallas. Ofrece su Cuerpo y su Sangre a una mesa llena de personas desordenadas, quebrantadas y amadas. No duda en darlo todo, incluso a quienes querrían hacerle daño.

 

Es hermoso ver como en este momento nos muestra  el verdadero amor: abnegado, inmerecido y constante. Nos recuerda que la gracia no se trata de ganar. Se trata de recibir. Y nos llama a imitar ese mismo amor: a servir, a perdonar y a entregarnos, no solo a quienes lo merecen, sino a todos. Entrego mi sangre y mi cuerpo por ustedes que me fallarán y aun , hoy en día, me fallan, no me retracto y no me arrepiento.

Este evangelio esta lleno de signos, de mensajes, de palabras a profundizar, aplicar en nuestra vida, pero sobre todo podemos adentrarnos en el amor incomparable que se entrega sin limites no reservas, que ve mas allá de nuestras debilidades y nuestros imposibles, un amor que redime que, nos eleva por encima de todos nuestros no puedo.

Que podamos vivir profunda y cercanamente la pasión de nuestro Señor, reconociéndonos su razón, su por qué y que deseemos corresponder haciendo vida su Palabra, entregándonos también por los hermanos que necesitan conocerle, sentirse amados y rescatados  por él.

¿Cómo te pagare todo el bien que me has hecho Señor?   Amando a mis hermanos y llevándote hacia ellos.

María, madre de los Dolores, ayúdanos acompañar tu hijo nuestro Señor en su pasión y enséñanos a vivir las nuestras con el mismo amor con que él lo hizo.

Por: Eva María Reina, DMVD México

REFLEXIÓN VIERNES SANTO 2025

En la Cruz nace la Vida

“Después de tomar el vinagre, Jesús dijo: ‘Todo está cumplido’. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,30).

 

Este día, la Iglesia entera guarda un profundo silencio, por lo cual, no se celebra la Eucaristía, no porque falte devoción, sino porque el clima festivo no se corresponde con la intensidad del misterio que recordamos: la muerte de Jesús, esposo de la Iglesia.

 

Por tanto, toda la acción litúrgica de este día, está centrada en la Cruz, que se ha convertido en el trono del Rey, así está inscrito en la misma, Jesús rey de los judíos, la cruz también es el altar del sacrificio. Por lo tanto, la fe nos ayuda comprender que la Cruz no es solo un instrumento de tortura: es la manifestación suprema del tanto amor de Dios a la humanidad, un amor llevado hasta el extremo, hasta la locura. En este día, las palabras ceden paso al silencio reverente y a la contemplación profunda.

 

El gesto de adoración de la Cruz se convierte en una respuesta de fe y amor ante un don inmerecido. Es un acto de reconocimiento: Cristo es nuestro Salvador, Rey de misericordia. Es también un gesto penitencial, pero no solo de dolor por el pecado, sino de unión, de deseo de vivir con intensidad nuestra identidad cristiana: el mandamiento del amor y ser testigos de un amor así, sin límites.

 

La Comunión eucarística que concluye la liturgia de hoy no es una celebración habitual, sino una participación en los frutos de la Pasión de Cristo. Es unirse a la nueva Alianza, sellada con la sangre del Cordero. Es acoger el Espíritu Santo que brota del costado traspasado de Jesús.

El Cardenal Angelo Comastri nos ofrece una reflexión que puede acompañarnos hoy:

“El hombre ha pensado que Dios ha muerto. Pero si muere Dios, ¿quién nos dará ahora la vida? Si muere Dios, que es la Vida, ¿qué queda para nosotros? La Cruz no es la muerte de Dios. Es el momento en el que se rompe la frágil corteza de la humanidad, y de ella nace una vida nueva.

De la Cruz nace la conversión de san Pablo.

De la Cruz brota la fe ardiente de san Agustín.

De la Cruz surge la pobreza de san Francisco de Asís.

De la Cruz florece la bondad de san Vicente de Paúl.

De la Cruz nace el heroísmo de san Maximiliano Kolbe.

De la Cruz emana la caridad de santa Teresa de Calcuta.

De la Cruz brota el coraje de san Juan Pablo II.

De la Cruz nace la verdadera revolución del amor.

Por eso, la Cruz no es la muerte de Dios. ¡Es el lugar donde nace su amor para el mundo!

¡Bendita sea la Cruz de Cristo!”

Por lo tanto ¡de la Cruz brota la esperanza!

Que este día nos ayude a mirar con más profundidad el misterio de la Cruz;  no con tristeza vacía, sino con esperanza, porque en la Cruz no termina la historia: en ella comienza nuestra salvación.

Por: Susana Vera, MVD

REFLEXIÓN SÁBADO SANTO 2025

Junto a María. Día de la espera

El Sábado Santo está cargado de silencio, meditación y recogimiento. Un silencio profundo, solemne, como el que se hace ante la tumba de un ser querido. Es el día en que el mundo parece detenerse porque el Señor ha muerto. No hay palabras suficientes para explicar ese vacío, ese misterio del amor que se entrega hasta el extremo.

 

Hoy no hay liturgia como en los otros días del Triduo. La Iglesia, al igual que nosotros, guarda silencio, acompaña, espera. Es un día de recogimiento, de duelo contenido, pero también de esperanza. Porque, aunque el Rey duerme, como dice una antigua homilía del Sábado Santo, no es un sueño eterno: es un descanso previo al amanecer glorioso de la Resurrección.

 

En esta espera, María se convierte en nuestra guía. Ella, que estuvo al pie de la cruz, ahora permanece en oración silenciosa, en pie, fuerte en la fe. Ella es la madre que acompaña, que no se aparta del dolor, pero que tampoco pierde la esperanza. En su corazón, aunque herido, late la certeza de que Dios es fiel, de que la muerte no tendrá la última palabra.

 

Hoy, junto a María, la Iglesia nos invita a esperar. A vivir este silencio no como ausencia, sino como promesa. A reconocer que, en la aparente quietud, Dios sigue actuando. El Sábado Santo es un puente entre el dolor del Viernes y la alegría del Domingo.

 

Es el día de la fe desnuda, de la oración sin respuestas, del amor que espera en silencio. Que sepamos vivirlo con el mismo corazón confiado de María, sabiendo que ya se acerca la luz del Resucitado.

Por: Susana Vera, MVD

REFLEXIÓN – PASCUA – DOMINGO DE RESURRECCIÓN 2025

Resucitó mi amor y mi esperanza

¡Felices Pascuas de Resurrección! Nuesstro corazón está renovado después de esta experiencia que hemos vivido de poder palpar, tocar, sentir en nuestra vida el amor de Jesús que ha pasado por nuestra vida.

Esa es la buena noticia que tenemos: ¡Jesús ha resucitado!
Dice la secuencia de la liturgia de las horas para este día:
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua
Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con Nueva Alianza
Lucharon vida y Muerte
en singular batalla
y muerto el que es la vida triunfante se levanta

¿Qué has visto de camino María en la mañana?
A mi Señor glorioso
la tumba abandonada

Los ángeles testigos sudarios y mortaja
¡resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Vengan a Galilea
allí el señor aguarda
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua

Primicia de los muertos sabemos por tu gracia
que estás resucitado
la muerte en ti no manda Rey vencedor, apiádate de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu Victoria Santa

Este himno nos permite saborear esta experiencia de resurrección, esta buena nueva que tenemos nos hace testigos de esa resurrección de Jesús. En estos días de hemos podido reconocer el tanto amor de Dios por nuestra vida contemplando a Jesús en su pasión de amor.

La experiencia profunda de la resurrección viene de darnos cuenta que esa vida, esa entrega de Jesús ha sido por ti, por mí, por cada persona. 

Podemos unirnos entonces a las palabras del apóstol Pablo en Gálatas 2, 20: “Porque Cristo me amó y se entregó por mí”, cada uno de nosotros hemos sido la causa y somos la causa de su pasión de amor. Cuando uno tiene Pasión por alguien lo entrega todo, lo da todo sin medida y la medida del amor que Jesús nos tiene es la cruz. No hay amor más grande que este y hoy con toda la iglesia podemos proclamar y junto con una nube de Testigos que ¡Cristo ha resucitado y nosotros con él!

La experiencia de resurrección nos abre a una vida nueva en Cristo que es la vida de resucitados, es la vida en la fe. El autor del libro: Peregrinos por el camino de la esperanza, dice en el prólogo, tomando las palabras del apóstol San Pablo: “la fe cristiana es un estilo de vida movido por una esperanza… si Cristo no ha resucitado nuestra fe carece de sentido y somos los más desgraciados de todos, pero Cristo ha resucitado y por nuestra unión con él todos volveremos a la vida. La vida cristiana es un camino hacia Dios y quien mueve los pasos de los caminantes es la esperanza”

En estos días de oración y contemplación Dios ha renovado en nosotros estas virtudes la fe, la esperanza y la caridad por eso en esta vida nueva de resucitados con Cristo se nos invita a seguir caminando desde ahí. El Papa Francisco pone especial atención en esta vida con esperanza y en esperanza y nos invita a seguir caminando como peregrinos de Esperanza, testigos de una esperanza que no falla. De alguna manera quizá esto es lo que movía a María Magdalena y a los otros discípulos el primer día de la semana como nos dice el evangelio de Juan 20, 1-9: Cuando todavía estaba oscuro María fue al sepulcro al amanecer la confusión la tristeza se habían apoderado de los discípulos al ver morir de esta manera su maestro experimentan la oscuridad del corazón, experiencia con la que quizá muchos de nosotros nos identificamos porque en algún momento de nuestra vida hemos tocado esta oscuridad y cuando hay oscuridad no podemos ver hacia dónde vamos, nos paralizamos nos llenamos de miedo, nos empezamos a imaginar cosas, pero empezamos a buscar la luz, hay algo dentro de nosotros que nos mueve, que nos impulsa a buscar la salida. Algo así me imagino la experiencia de María Magdalena, en esa oscuridad interior había una búsqueda, había un deseo, una pequeña esperanza, una pequeña luz que no le dejó quieta, no se quedó resignada, derrotada por la tristeza y salió salió a buscar esa luz, salió a buscar al maestro. 

Dice la palabra de Dios que vio la losa quitada del sepulcro. Atrajo mi atención este “vio” en medio de la oscuridad, vio en nuestras oscuridades y confusiones necesitamos abrir los ojos de la fe para ver, para percibir los signos de vida, de resurrección que nos rodea como María Magdalena vio la losa quitada del sepulcro no entró y más bien salió corriendo a buscar los discípulos y les dijo: “se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”

La experiencia de vacío de María Magdalena se refuerza al ver que se han llevado del sepulcro al Señor, pero el descubrimiento del sepulcro vacío fue quizá el primer paso para reconocer el hecho de la resurrección. El pasaje está lleno de signos además del sepulcro vacío habla de las sábanas en el suelo y el sudario con el que habían envuelto la cabeza de Jesús estaba enrollado en un lugar aparte. 

Todos estos signos ya preparan el corazón de los discípulos para la experiencia de que Jesús no está en el lugar de los muertos, él ha vencido la muerte ¡está vivo! Aunque los discípulos siguen sin entender lo que estaba pasando regresan a donde todos estaban reunidos, pero María Magdalena se queda afuera todavía llorando. A veces nosotros también nos quedamos en nuestras tristezas, en nuestros desánimos, en nuestra confusión, en nuestras dudas y temores y esta experiencia de María Magdalena y de los discípulos nos invita a ver más allá más allá de la oscuridad y reconocer que el sepulcro está vacío, que Jesús no está ahí ¡está vivo! ¡y nos quiere vivos!

 
El Papa Francisco en la exhortación apostólica ” Cristo vive” dedicada a los jóvenes dice: Jesús ha resucitado y nos quiere hacer partícipes de la novedad de su resurrección. El es la verdadera juventud de un corazón envejecido. Cerca de Cristo resucitado podemos beber del verdadero Manantial que mantiene vivos nuestros sueños, nuestros proyectos nuestros grandes ideales y que nos lanzan al anuncio de la vida que vale la pena. La experiencia de resurrección nos renueva, nos rejuvenece, aviva nuestra fe y nuestra esperanza porque quien sigue a Cristo siempre será joven dice el Papa Francisco. La iglesia es joven cuando es de ella misma, somos jóvenes cuando vivimos nuestra identidad de hijos de Dios y así podemos mostrar al mundo el rostro de una iglesia joven, somos jóvenes cuando recibimos la fuerza siempre nueva de la palabra de Dios, cuando somos capaces de volver una y otra vez a la fuente. El Papa Francisco nos hace una bella invitación a seguir soñando con otro mundo posible otro mundo posible y la experiencia de resurrección a hacer nuestros estos sueños que son los de Dios.

 
¡Felices Pascuas de Resurrección!

Por: Mónica Narváez, MVD

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