Reflexión de navidad
Cuando contemplamos el nacimiento, los belenes que adornan nuestros hogares, y en algunos rincones de nuestras ciudades, podemos contemplar la cotidianidad del tiempo de Jesús, los pastores que cuidan su rebaño por la noche, la algarabía de la noche, y un niño nace en esa cueva sin ser noticia, sin ser televisado, y en esa cotidianidad, en ese acontecimiento, se expresa la más bella unión del cielo y la tierra, de lo humano y lo divino. Tan gran misterio que puede pasar desapercibido como pasó en ese tiempo, fueron pocos los que participaron de esta realidad, los sin nombre, aquellos que descubren a Dios en su cotidianidad, porque Dios, asume la cotidianidad, sin embargo, en su encarnación eleva nuestra condición humana, la hace divina, no hay nada tan humano que no pueda ser divinizado. Y no hay nada tan humilde que no pueda ser alcanzado por su encarnación. Y la palabra se hizo carne, comienza así el prólogo del evangelio de San Juan, esa Palabra que sale de la boca de Dios, la más bella, la más profunda, la que se dirige al corazón de cada persona, una palabra que es aliento, es vida, es Dios mismo tocando nuestra humanidad. En ese pesebre esa palabra hecha carne no dice nada, no obstante, abraza incondicionalmente toda nuestra humanidad. Es un grito de pasión, de amor, nos dice «Mundo, ¡te amo! Hombre, ¡te amo! (K. Rahner).
Ojalá rasgaras el cielo y bajaras¡!! (Is 63,6) pero Israel nunca imaginó que su Salvador, bajara en esas condiciones: niño, pobre, etc., ese fue su manera de salvarnos, abrazando nuestra humanidad. El papa Francisco comentó: “¿por qué San Juan usa esta expresión, “carne”? ¿No podría haber dicho, de una manera más elegante, que se hizo hombre? No, usa la palabra carne porque indica nuestra condición humana en toda su debilidad, en toda su fragilidad. Nos dice que Dios se hizo fragilidad para tocar de cerca nuestras fragilidades. Por lo tanto, desde el momento en que el Señor se hizo carne, nada en nuestra vida le es ajeno. No hay nada que Él desdeñe; podemos compartir todo con Él, todo”. (Ángelus, 3 enero 2021)
Ojalá rasgaras el cielo y bajaras¡!! (Is 63,6) pero Israel nunca imaginó que su Salvador, bajara en esas condiciones: niño, pobre, etc., ese fue su manera de salvarnos, abrazando nuestra humanidad. El papa Francisco comentó: “¿por qué San Juan usa esta expresión, “carne”? ¿No podría haber dicho, de una manera más elegante, que se hizo hombre? No, usa la palabra carne porque indica nuestra condición humana en toda su debilidad, en toda su fragilidad. Nos dice que Dios se hizo fragilidad para tocar de cerca nuestras fragilidades. Por lo tanto, desde el momento en que el Señor se hizo carne, nada en nuestra vida le es ajeno. No hay nada que Él desdeñe; podemos compartir todo con Él, todo”. (Ángelus, 3 enero 2021)