ACTUALIZADO!! 24 DIC 2023
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– Cuarto Domingo de Adviento –
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REFLEXIÓN PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO 2023
Ojalá rasgases el cielo y bajases
Es la petición que brota del corazón a nuestro Dios en este inicio del tiempo de Adviento, y enseguida brota una pregunta de parte de nuestro Dios: y tú, ¿cómo llegas a este tiempo de Adviento?, ¿qué hay en tu corazón?, ¿qué anhelos?, ¿qué sueños?, ¿qué experiencias albergan en tu vida?
Las palabras del profeta Isaías en la primera lectura Is63, 16-17.64, 1-7 también nos despiertan en medio de la realidad que vive nuestro mundo. Él hace una afirmación: Tú Señor eres nuestro Padre, tu nombre de siempre es “Nuestro Redentor”
El profeta reconoce quién es Dios, ¡Padre! Este Dios Padre es el que nos llama la atención en este inicio del Adviento. Pero también el profeta reconoce que a veces nos alejamos de este Dios Padre: ¿Por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Muchos corazones se han endurecido, no porque Dios lo quiera, sino por la falta de amor y las consecuencias de esa falta de amor se percibe, se palpa. Por eso con el profeta también nosotros pidámosle al Señor: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases! Es el grito del corazón que no se resigna a ver las consecuencias de la injusticia, la corrupción, el desamor y la falta de compasión de unos por otros.
“Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos, porque Señor tú eres nuestro Padre y nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano” En cada persona está la huella de Dios impresa, todos tenemos capacidad de hacer el bien, de practicar la justicia y la misericordia, estamos bien hechos. El ser humano necesita recuperar aquella imagen del amor que está grabada en su corazón.
En la segunda lectura de San Pablo a los Corintios 1Cor1,3-9 nos dice: “Ustedes que aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo…” Tiempo de Adviento es para dejar brotar del corazón ese anhelo de que se manifieste nuestro Dios, él mismo nos hace una promesa, él nos mantendrá firmes en esa espera activa de hacer de nuestra vida ese lugar donde se practique el amor, la compasión, la misericordia, porque el mismo San Pablo nos dice, ¡Él es fiel!
Aguardamos en este tiempo de Adviento la manifestación de este Dios que es fiel a su promesa, fiel al amor que tiene por su creatura, y por eso adviento es un tiempo de espera en esperanza. Pero un tiempo que también nos invita a poner de nuestra parte, como nos dice el evangelio de Mc13,33-37: “Velen, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa” De parte de Dios está el deseo de manifestarse, pero nos invita a poner de nuestra parte para percibir esa manifestación de Dios. Por eso nos dice: “Estén atentos y despiertos, porque no conocen el día ni la hora…en que vendrá el dueño de casa, si al atardecer o a media noche, o al canto del gallo, o al amanecer, no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. ¡Estén atentos!”
¿Qué es lo que podemos poner de nuestra parte para vivir este tiempo de Adviento aguardando la manifestación de Dios?
El estar atentos. Cuando uno está atento a la llegada de alguien se prepara para ese momento, poniendo a punto la casa, priorizando actividades, separando el tiempo. Así, podemos buscar espacios para ese encuentro con el Señor cada día, organizar nuestro tiempo, organizar nuestras actividades y darle espacio a Dios para que nos hable al corazón.
Por: Mónica Narváez, FMVD Quito-Ecuador
REFLEXIÓN SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO 2023
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
Estamos comenzando la segunda semana de adviento y el Evangelio de este domingo, que se toma de San Marcos 1, 1-8, nos presenta a Juan el Bautista que anuncia en el desierto, es la voz que nos invita a preparar nuestras vidas y nuestros corazones para la llegada del Salvador, una voz que apunta a una preparación cada vez nueva. En la vida siempre tendremos áreas de oportunidad, algo en que trabajar para ser mejor. Escuchemos esa voz, no perdamos la oportunidad de preparar el camino del Señor que desea fervientemente entrar en nuestros corazones, que le dejemos ser en completa libertad y totalidad y así, ser esos profetas de hoy que le anuncian, que le llevan a otros para que conozcan su amor, bondad y consuelo de Dios, que se derrama en abundancia a todos sus hijos que le necesitan.
Isaías en el capítulo 40, 1-5, anuncia una gran alegría, “El Señor Dios llega con poder y con su brazo manda” nada en esta vida está perdido porque todo aquello que nos duele o que nos cuesta superar encuentra en él la paz y la tranquilidad que el alma necesita. La salvación está cerca y la invitación tanto ahora como en aquel entonces sigue siendo la misma, “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Si el deseo es que el Señor encuentre en nosotros un lugar agradable, cálido donde nacer, hemos de estar dispuestos a corregir aquello que hace más escabroso el camino, aquello que no permite que sean de fácil acceso los senderos de nuestra vida, por eso el profeta nos invita a dos cosas: preparar y allanad. El reino de Dios está aquí, ya está, pero todavía no, es necesaria nuestra participación para lograrlo, pasar primero por ahí, andar primero el camino de la confianza y el abandono en las manos de Dios, de corregir, de allanar, para poder proponerlo a los hermanos. Sabernos salvados, reconocer a quien esperamos, qué es lo que necesita nuestra vida cambiar, corregir, poner o quitar, para que sea un sendero accesible por donde pueda transitar libremente el Señor.
Como discípulos misioneros Verbum Dei, vivamos en este tiempo de adviento lo que estamos llamados a ser, “Palabra de Dios” que se anuncia con la vida para que otros la reciban. Y como Juan el Bautista, anunciemos la conversión para el perdón de los pecados, seamos los profetas actuales que nuestros ambientes necesitan, seamos la voz que grita en los desiertos de las oficinas, de los centros de trabajo, en las familias etc. que Dios viene, y que la razón de ello eres tú y yo.
Que esta semana sepamos percibir y aceptar el conduelo que nuestro corazón y nuestra vida necesitan para poder ser consuelo también para nuestros hermanos.
Por: Eva María Reina, Discípula Verbum Dei México
REFLEXIÓN TERCER DOMINGO DE ADVIENTO 2023
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
Continuamos nuestro camino de Adviento, en este tercer domingo llamado, “el domingo de la alegría”. Es oportuno preguntar, ¿Por qué la alegría? ¿De dónde viene?
En la primera lectura, el profeta Isaías (Is 61, 1-2. 10-11) en el contexto histórico de la época del posexilio, es decir, el tiempo en que los israelitas regresan a su tierra, gracias a los persas, después de pasar años en el exilio por la crueldad de los babilonios quienes les conquistaron, saquearon, destruyeron y expulsaron. El retorno a la tierra, sus costumbres y por ende su relación con Dios, tiene la posibilidad de ser restablecida. De aquí que la expresión del profeta se encamine a un gozo y alegría en Dios: “Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios”, una experiencia de abundancia, de exceso, inundación, de reboso… por el amor de Dios que se manifiesta, un gozo que existe gracias al reconocimiento de su acción y de encontrarse en él, entre sus manos.
Me llama la atención el verso 11: “Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”. Entiendo que la experiencia del pueblo de Israel en labios del profeta percibe la acción de Dios en su favor como una metáfora donde lo que estaba oculto (las semillas) brota, germina, nace y se logra ver la vida nueva en el suelo y en el jardín. Ellos experimentan una vida nueva al volver a su patria y a las promesas que Dios mismo les había dado. Ahora nosotros podemos preguntarnos en este momento de oración, ¿me identifico con el pueblo de Israel? ¿En mi vida y en el mundo hay situaciones por las que he sufrido este año? ¿podría ser qué está naciendo algo nuevo? en este camino de adviento en nuestro interior, ¿Qué podemos percibir? Es verdad que Dios puede hacer surgir algo nuevo donde parecía que no había nada.
Al meditarlo, reconocía que Dios ya está en nuestro interior, sabemos que Dios inhabita en nosotros y que talvez nos parece oculto… me sonaba esta experiencia al camino de Adviento que estamos haciendo, una espera de ver nacer al Señor en nuestras vidas y nuestra realidad. No es una espera externa, sino interna. Que alegría sería verlo nacer en cada uno de nosotros, en nuestras familias, en nuestra sociedad… ¿no creen? La alegría del profeta viene de reconocer a Dios en su vida de retorno a su país, parecida es la experiencia que adjudica Lucas (Lc 1,46-48.49-50.53-54) a la virgen María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”. Hay una alegría en Dios porque le ha mirado en su pequeñez y también reconoce la acción de Dios a su favor, así como el profeta Isaías. El gozo viene de la experiencia de encontrarse “en Dios”, no como alguien externo sino dentro de él, entre sus manos, acompañados, protegidos, mirados, cuidados… una experiencia donde, sin duda, la alegría viene como consecuencia de reconocerse muy amados históricamente y prolongadamente. Por eso la invitación de Pablo en 1 Ts (5,16-24) refuerza con “Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión”. Porque ¿cómo no estar alegres y gozosos si nos sabemos en las manos de Dios? No hay mayor alegría que aquel que se experimenta profunda, gratuita y contantemente amado. Que sigamos preparando nuestras vidas en este camino de Adviento para que el Señor nazca y gocemos en él.
Por Male Bonaga. DMVD México
REFLEXIÓN CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO 2023
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
Esa misma noche, unos pastores estaban cuidando sus ovejas cerca de Belén. De pronto, un ángel de Dios se les apareció, y la gloria de Dios brilló alrededor de ellos. Los pastores se asustaron mucho, pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Les traigo una buena noticia que los dejará muy contentos: ¡Su Salvador acaba de nacer en Belén! ¡Es el Mesías, el Señor! Lo reconocerán porque está durmiendo en un pesebre, envuelto en pañales.»
La Navidad, con sus luces brillantes, los cantos alegres y el intercambio de regalos, es una temporada que muchos de nosotros esperamos con ansias cada año. Pero en medio de esta celebración, a menudo nos encontramos atrapados en los preparativos y las festividades, olvidando la esencia de lo que realmente estamos celebrando. Hoy, me gustaría compartir con ustedes una reflexión que nos invita a profundizar en el verdadero significado de la Navidad y en el regalo más extraordinario que hemos recibido: Jesucristo.
Jesús como un regalo nos lleva a considerar cómo respondemos a este acto de amor. En nuestra cultura, rechazar un regalo es a menudo visto como una falta de cortesía o de agradecimiento. Entonces, ¿cómo respondemos al regalo de Jesús? ¿Lo acogemos con un corazón agradecido, permitiendo que transforme nuestras vidas, o pasamos por alto su significado, ocupados en nuestras festividades y rutinas?
El amor de Dios, manifestado en el regalo de Jesús, es un recordatorio de lo que debería ser la esencia de nuestros regalos: no el valor material, sino el amor y el afecto que representan. La historia del nacimiento de Jesús es también un llamado a la transformación personal. Este regalo divino tiene el poder de cambiar nuestras vidas, no solo en la promesa de la vida eterna, sino también en ofrecernos una nueva perspectiva y un propósito en nuestra vida diaria. Recordemos que, en medio de las celebraciones y alegrías de la temporada, el verdadero regalo de la Navidad no se encuentra bajo el árbol, sino en el humilde pesebre de Belén. En esta Navidad, mientras disfrutamos de las tradiciones y los encuentros familiares, hagamos espacio en nuestros corazones para el regalo más valioso. Que la historia del nacimiento de Jesús no sea solo un relato que recordamos una vez al año, sino una verdad renueve nuestras vidas cada día.
Y ¿qué hicieron los pastores? “Fueron a toda prisa” No fue suficiente saber que Él Mesías había llegado, sino que querían conocerle personalmente y eso cambió sus vidas. Es imposible tener un encuentro personal con Jesus y quedarse igual
Por lo tanto, animémonos unos a otros a tomar este desafío. Abramos nuestro corazón a la Palabra de Dios, dejemos que transforme nuestras vidas recibiendo a este pequeño niño que está en el pesebre dispuesto a dar su vida por cada uno de nosotros